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04 enero, 2011

Invocación al mar | Sea invocation

 
Inmenso vertebrado de acuosas soledades
con tus hondas pupilas de algas y corales,
profundo ser sediento, insondable y eterno
como un haz de muerte.

Atemorizan las fauces de tu abismo,
la lengua milenaria de tu espuma,
la fuerza enardecida de tu ser,
la sal de tus arterias y tus venas,
el abisal silencio de tu voz
y el bramido impetuoso de tus olas.

¡Oh, mar!... Mensajero de Dios,
arcángel añil, demonio hostil,
soberbio evocador, temible seductor,
cuna de amor y mansedumbre
de ira y de pasión...

Cuántos faros se ahogaron en tus brazos
para mimetizarse en gaviotas de luz,
cuánto barro mortal y cuánta vida
hoy dormita en el cieno de tu lecho,
cuántos filibusteros te surcaron
siguiendo tus sirenas y su canto,
cuántos versos se hundieron
en tus criptas perpetuas de sal,
cuántos cañones profanaron
el sagrado sosiego de tus simas,
cuántas veces una lágrima furtiva
horadó el rompeolas de tu vientre
eternamente enamorado de la playa...

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