Porque puedo domar alguna estrella
con un lazo de luz, o cincelar
el silencio de mármol de tus labios;
porque la soledad de mí se apiada
y me puebla de numen y de espantos
mientras clavo mis alas en su espalda...
me dicen poeta.
Porque llevo prendido un lirio azul
en todas las vasijas de esta noria
que alborota mi sangre y me desvela;
porque vivo mi muerte postergando,
envidiando a los ríos y a las aves,
porque canto a la vida y a la tierra...
me dicen poeta.
¡Si tan sólo supieran!...
Yo no sé seducir metáforas audaces,
ni trocar los tizones de mi verbo
en prístinos diamantes.
Sólo tiño de añil estos pendones blancos,
sin conocer siquiera el color de tus ojos,
ni a qué saben tus besos, ni cómo fue la brisa
a pronunciar tu nombre.
Yo no puedo beberme un lóbulo de sol,
ni comprender la noble paciencia de la oruga,
ni entender porqué siempre las palomas
se ensañan con la paz de las estatuas.
Yo no concibo el mar sin su luz ni su olor,
ni comprendo qué piensa la rosa de la espina,
ni la cruz del tormento,
ni el perdón de la cruz,
ni el beso del perdón,
ni la herida del beso,
ni la sal de la herida,
ni el agua de la sal,
ni la roca del agua...
¡Yo no soy un poeta!... soy tan solo
un halo diminuto de su sombra...
con un lazo de luz, o cincelar
el silencio de mármol de tus labios;
porque la soledad de mí se apiada
y me puebla de numen y de espantos
mientras clavo mis alas en su espalda...
me dicen poeta.
Porque llevo prendido un lirio azul
en todas las vasijas de esta noria
que alborota mi sangre y me desvela;
porque vivo mi muerte postergando,
envidiando a los ríos y a las aves,
porque canto a la vida y a la tierra...
me dicen poeta.
¡Si tan sólo supieran!...
Yo no sé seducir metáforas audaces,
ni trocar los tizones de mi verbo
en prístinos diamantes.
Sólo tiño de añil estos pendones blancos,
sin conocer siquiera el color de tus ojos,
ni a qué saben tus besos, ni cómo fue la brisa
a pronunciar tu nombre.
Yo no puedo beberme un lóbulo de sol,
ni comprender la noble paciencia de la oruga,
ni entender porqué siempre las palomas
se ensañan con la paz de las estatuas.
Yo no concibo el mar sin su luz ni su olor,
ni comprendo qué piensa la rosa de la espina,
ni la cruz del tormento,
ni el perdón de la cruz,
ni el beso del perdón,
ni la herida del beso,
ni la sal de la herida,
ni el agua de la sal,
ni la roca del agua...
¡Yo no soy un poeta!... soy tan solo
un halo diminuto de su sombra...
03.02.2012
Magnífico poema Elhi, tanto en contenido como en desarrollo rítmico. Usted sabe lo que se hace, y me agrada enormemente encontrar en la web poetas como usted, que pueden lucir con toda dignidad el título de "poetas", sin añadido alguno. Mi más cordial enhorabuena. Póngame en la lista de sus admiradores, por favor.
ResponderEliminarGracias Antonio, por este mensaje sincero que eleva mi ego poético a alturas insospechadas. No imaginé siquiera un día obtener el beneplácito de un poeta de su trayectoria y talento. Quedo infinitamente agradecido por su huella en mi espacio. Que el mismo amor que sentimos por Neruda sea el motivo inspirador que nos mantenga unidos en el apasionante arte de hacer poesía.
EliminarUn abrazo fraterno,
Elhi Delsue
La primera poesia de tu Blog que leo y sinceramente me quedé anonadado.
ResponderEliminarAhí se nota que la poesía no solo son palabras rimadas sino que transciende la musicalidad y entra de lleno en lo eterno.
Te seguiré leyendo y disfrutando de tu arte.
Mi admiración.
Castro.