Glosa en décimas asonantes de arte mayor, inspiradas en los versos de «Amordazando el llanto»,
soneto del talentoso poeta andaluz José Luis Güelfo Mora, «Luis Delamar».
Con el respeto y la admiración que su obra poética me merece
(Elhi Delsue)
soneto del talentoso poeta andaluz José Luis Güelfo Mora, «Luis Delamar».
Con el respeto y la admiración que su obra poética me merece
(Elhi Delsue)
Por un instante me retorna cálida
esa presencia de tu voz lejana,
esa terneza de tu mano pálida
y en tu recuerdo mi martirio sana.
Traté de despenar aquella rosa
que agonizaba al fondo del olvido,
trocar la luz por el camino umbrío,
hundirme en el silencio y la congoja.
Pero tus ojos dulcemente asoman,
en el otoño de mis mustias páginas,
afloran del invierno ya sus lágrimas,
cae la lluvia, la mañana trina
y tu mirada entre las sombras frías
por un momento me retorna cálida.
Dije adiós a los versos que te hice,
adiós a aquel lirismo emocionado,
adiós a tantos sueños sepultados,
adiós a las más hondas cicatrices.
Llegué hasta más allá de los confines,
me perdí en los abismos de la nada.
Y cuando ya creí librada el alma
de todo aquello que encarnabas tú,
sentí vibrar de nuevo a plenitud
esa presencia de tu voz lejana.
Riza el viento del Sur que te acaricia
las delicadas blondas de tu pelo
y un perfume de sándalo y espliego
unge la tarde, el mar, el alma mía.
Sangra el tintero azul de la poesía,
muestra la luna su sonrisa plácida.
En mis labios sentí la dulce y mágica
pasión que hay en los tuyos de mistela
y en mi frente, otra vez, tibia y serena,
esa terneza de tu mano pálida.
Blanca es tu mano, blandas tus cadenas,
negra la tinta que tu nombre escribe,
que ya no puede amar ni ser más triste,
que vive como muere un alma en pena.
Esta pesada cruz que llevo a cuestas,
que insufrible se torna en la distancia,
flagela como un yugo mis espaldas;
mas si el dolor mi corazón devora
evoco de tu amor las dulces horas
y en tu recuerdo mi martirio sana.
ELHI DELSUE
esa presencia de tu voz lejana,
esa terneza de tu mano pálida
y en tu recuerdo mi martirio sana.
Traté de despenar aquella rosa
que agonizaba al fondo del olvido,
trocar la luz por el camino umbrío,
hundirme en el silencio y la congoja.
Pero tus ojos dulcemente asoman,
en el otoño de mis mustias páginas,
afloran del invierno ya sus lágrimas,
cae la lluvia, la mañana trina
y tu mirada entre las sombras frías
por un momento me retorna cálida.
Dije adiós a los versos que te hice,
adiós a aquel lirismo emocionado,
adiós a tantos sueños sepultados,
adiós a las más hondas cicatrices.
Llegué hasta más allá de los confines,
me perdí en los abismos de la nada.
Y cuando ya creí librada el alma
de todo aquello que encarnabas tú,
sentí vibrar de nuevo a plenitud
esa presencia de tu voz lejana.
Riza el viento del Sur que te acaricia
las delicadas blondas de tu pelo
y un perfume de sándalo y espliego
unge la tarde, el mar, el alma mía.
Sangra el tintero azul de la poesía,
muestra la luna su sonrisa plácida.
En mis labios sentí la dulce y mágica
pasión que hay en los tuyos de mistela
y en mi frente, otra vez, tibia y serena,
esa terneza de tu mano pálida.
Blanca es tu mano, blandas tus cadenas,
negra la tinta que tu nombre escribe,
que ya no puede amar ni ser más triste,
que vive como muere un alma en pena.
Esta pesada cruz que llevo a cuestas,
que insufrible se torna en la distancia,
flagela como un yugo mis espaldas;
mas si el dolor mi corazón devora
evoco de tu amor las dulces horas
y en tu recuerdo mi martirio sana.
ELHI DELSUE
07.12.2013
Gracias nuevamente mi querido amigo, por tan extraordinario poema.
ResponderEliminarUn abrazo infinito.
Felicidades Luis, has inspirado con tu Arte una belleza más. Abrabesos.
EliminarRosanna Pittella
Como no sanar la brisa
ResponderEliminarcomo no desterrar el dolor
si al poeta le nace una sonrisa
la pluma vuela desde el amor
viaja hasta el seguro puerto, se alimenta
de una estela de la ternura
del recuerdo, se agiganta
y vuelve la poesía a ser su cura.
Ya sabes amigo que amo como escribes.
Me impresiona tu Arte de mucha emoción
Abrabesos en tu corazón
Rosanna Pittella