Allí están… como oráculo sin dioses,
como si no existiera amor en ellos
y se hubieran sorbido de la noche
todos los astros, todos los misterios.
Como buitres rasgando la carroña,
me engullen, y no sé qué duele más:
si la impiedad voraz de sus pupilas
consumiendo mis huesos y mi carne,
o ese puñal de conmiseración
que clavan con su pico pavoroso
en el silo siniestro de mi pecho.
Deambulan como oníricos espantos
que rodean el tálamo desierto
y con incienso cubren el cadáver
enhiesto en el sudario de mis manos.
Allí están… solitarios en sus cuencas,
tan fríos como céfiros de muerte,
latiendo en su calígine de sombras,
los rutilantes ojos de la noche…
ELHI DELSUE
06.12.2013
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