Cala profundo el frío cada espacio
de mi cansada y frágil osamenta;
la noche, de luceros somnolienta,
es de mi muerte su mejor prefacio.
Se exacerba el dolor, llueve despacio
en mis ojos y leve el verso intenta,
como un rayo de sol tras la tormenta,
nacer y en el intento lo desgracio.
Se duerme en el regazo de la aurora,
luego extiende sus alas y florece
en el pensil del alma cual rocío.
Y, mientras tu recuerdo me devora,
se me nubla la sangre y estremece
un beso las entrañas de mi hastío.
de mi cansada y frágil osamenta;
la noche, de luceros somnolienta,
es de mi muerte su mejor prefacio.
Se exacerba el dolor, llueve despacio
en mis ojos y leve el verso intenta,
como un rayo de sol tras la tormenta,
nacer y en el intento lo desgracio.
Se duerme en el regazo de la aurora,
luego extiende sus alas y florece
en el pensil del alma cual rocío.
Y, mientras tu recuerdo me devora,
se me nubla la sangre y estremece
un beso las entrañas de mi hastío.
05.01.2015
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