«Antes de...» Óleo sobre tela, obra del artista chileno Martín Riveros ©, 2010
¡No me levantes!, deja que mis pies
palpen las blancas vísceras del aire,
que lo que ayer fue lazo
hoy es horrenda soga,
y es la muerte fatídico presagio
y la felicidad, simple entelequia.
No mires los espasmos de mis ojos,
no beses las tinieblas de mis manos,
que lo que ayer fue eterno
hoy es clamor del polvo,
y es la vida el cantil hacia un calvario
coronado por cruces en la cima.
No digas, madre mía, que fui solo
pálido lis que flageló el invierno,
si hallé en la poesía
todo el calor divino
que no encontré jamás en otro fuego,
ni otro sol, ni otro vientre, ni otro hogar.
No hurgues en la umbría de mi fe
mis alucinaciones y demonios;
abre veredas nuevas
con tus dolores viejos
y en el altar, refugio de tus santos,
ponme, madre, de hinojos ante Dios.
Ábreme con cuchillos de la aurora
para que broten todas las luciérnagas
que quedaron cautivas
en mi sangre quijote,
y amarra en los puntales de la noche
los volantines que jamás icé.
Esparce las cenizas de mis versos
en las aguas del Mar de las Antillas
¡Que surquen victoriosos
continentes de espuma
y renazcan blanquísimos de luz
en los silos poéticos del alma!
A mi madre...
¡No me levantes!, deja que mis pies
palpen las blancas vísceras del aire,
que lo que ayer fue lazo
hoy es horrenda soga,
y es la muerte fatídico presagio
y la felicidad, simple entelequia.
No mires los espasmos de mis ojos,
no beses las tinieblas de mis manos,
que lo que ayer fue eterno
hoy es clamor del polvo,
y es la vida el cantil hacia un calvario
coronado por cruces en la cima.
No digas, madre mía, que fui solo
pálido lis que flageló el invierno,
si hallé en la poesía
todo el calor divino
que no encontré jamás en otro fuego,
ni otro sol, ni otro vientre, ni otro hogar.
No hurgues en la umbría de mi fe
mis alucinaciones y demonios;
abre veredas nuevas
con tus dolores viejos
y en el altar, refugio de tus santos,
ponme, madre, de hinojos ante Dios.
Ábreme con cuchillos de la aurora
para que broten todas las luciérnagas
que quedaron cautivas
en mi sangre quijote,
y amarra en los puntales de la noche
los volantines que jamás icé.
Esparce las cenizas de mis versos
en las aguas del Mar de las Antillas
¡Que surquen victoriosos
continentes de espuma
y renazcan blanquísimos de luz
en los silos poéticos del alma!
19.04.2015
Una belleza de poema. Ya no recordaba lo buen poeta que eres, y lo que deslumbras con tus versos. Ojalá te veamos pronto por el grupo, se te echa mucho de menos. Un abrazo, amigo Delhi.
ResponderEliminarBellas letras amigo, saludos.
ResponderEliminarElhi
ResponderEliminarEste poema es profundamente conmovedor. El poeta centra sus ojos en la madre, es a ella a quien hace partícipe de todo lo que ha recorrido y de todo lo que espera. A ella comparte sus penas, también le muestra ese refugio en donde ha depositado su amor y ha encontrado el fuego que abraza y redime: la poesía. Me ha encantado esa súplica elevada a los sueños de un renacer maravilloso, expresada en la estrofa final. Disculpa que no haga ningún comentario sobre la rima y métrica pues sabes que mis conocimientos sobre estos temas son escasos. Felicitaciones por tu enorme poesía. Un abrazo infinito.